Libreta. Bolígrafo. Taza humeante. Diario.
Se comportaba como toda una parroquiana. En su ambiente. Nada la perturbaba. -Y era tan obvio que no pertenecía al lugar-.
La mirada fija -a ratos- sobre su objetivo. Para disimular, pasaba lentamente las hojas del periódico. Leía -o finjía leer-. Regresaba su atención a ellos. Observaba detalles. Tomaba nota. Pequeño sorbo a la taza de café -presumo-.
Hora de cerrar.
Afuera, la zona marginal, insegura (indigentes, prostitutas, y por lógica, personas con no buenas intenciones).
Calle solitaria.
Pudo darse cuenta que la seguía a su destino. Avanzaba rápidamente.
Su nerviosismo se hizo evidente -el ambiente se lleno de él-. Logró abordar un taxi. No permitió que yo la alcanzara.
Juraría que era escritora; periodista en busca de historias que contar, que inventar.
viernes, mayo 21, 2010
jueves, mayo 20, 2010
miércoles, mayo 19, 2010
¡Qué impresión!
lunes, mayo 10, 2010
viernes, mayo 07, 2010
jueves, mayo 06, 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)