Escuche con los oídos del sordo. Pude ver con los ojos de un ciego. Toque con las manos, sin palpar; escuchaba por dónde estaba el camino. Pero algo falló. Alcancé a llegar. Me dolían las nubes y el sol del atardecer, la saliva, las cicatrices todas, el esternocleidomastorideo, el ombligo, el cóccix, me dolía el sweater gris oxford con estampado a rombos.
Chasqueaban los oídos, la boca pestañeaba, la saliva de las pupilas desértica.
Mi cerebro funcionaba, el cuerpo no respondió. Sin más remedio, dejé de moverme. Minutos de confusión.