Me pongo de pie ante la excelente fotografía de Ayelet, la buena dirección y ritmo de su narración; la emotividad en la que logró insertarme, guiarme a comprender que se debe devolver lo que nunca fue nuestro, desde un principio se advierte que será prestado y hay que cuidarlo… sólo cuidarlo.
Gracias a Nadine ahora sé que el Síndrome de Diógenes puede fimarse de una forma tan peculiar y aparentemente ligera. Sólo me pregunto: ¿de verdad así se depilan en el Líbano? Pues que dulce forma jejeje.
Y ahora escribo adiós a la manera de el Pequeño tallarín: להתראות אהובתי (Adiós, mi amor), aaaahhh, casi lloro... bueno CASI.... porque una señora de tres butacas a la derecha si lloró... sí que lloró jejejeje.
martes, enero 06, 2009
Muy respetables
Y cuál es el mérito de Nadine Labaki y Ayelet Menahemi… una es libanesa … la otra israelí…..las dos son jóvenes mujeres cineastas que me han presentado un pequeño espacio de un mundo que no conozco. Esos fragmentos de existencia de mujeres en lucha por la vida... sí claro, hay dramatismo tanto en El Pequeño Tallarín (Noodle, Israel, 2007) como en Caramel (Sukkar bannat, Líbano ,2007), pero en qué film, a manera de documental contemporáneo, no encontramos tintes de sufrimiento y cierta desdicha.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario