Con un movimiento descendente -inesperado, estimulante-, deslizó la palma de su mano sobre mi brazo derecho, lo recorrió rápidamente y se detuvo al llegar al dorso.
-Mi distracción impidió una sonrisa pero el sonrojo llegó al instante-.
En segundos poseyó, se apropió de mi mano -siempre helada-.
En segundos poseyó, se apropió de mi mano -siempre helada-.
Acarició mis dedos, los entrelazó con los suyos...
Sentí la presión y el calor de sus dedos sobre los míos y, entonces, fragmentó -una vez más- mi vulnerabilidad.
1 comentario:
¿quién? ¿quién? ¿quién? ¡¿quién?! Anda dime, anda, anda.. aaaaaaaaanda
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