Actuaba solo. Nadie sospechaba de él. En apariencia era una persona con una vida normal, pero tenía una delictiva-adictiva afición.
Se conducía con naturalidad. De día tenía una vida familiar y laboral común. Pero a altas horas de la noche, en ocasiones, algún vecino le veía salir.
Y así lo hizo, con gran impunidad, por varios años; pero no hay crimen perfecto... siempre se comete un error.
Actuaba con gran calma y decisión, sin importarle las cámaras de seguridad, no cubría su rostro, sin disfraz.
Como todo un consumado profesional, regresaba a casa satisfecho y disfrutaba de su fechoría.
Sin antecedentes penales en su historial, cuando la policía obtuvo una orden judicial y registró su domicilio, no encontró nada que lo inculpara...
(texto en proceso)
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