Hace muchos años, mi abue me contó una historia que me dejó pensando. No cuestioné nada. Por desgracia no pregunté detalles; tan sólo la escuche. Tal vez fue producto de su imaginación, tal vez no...
A continuación describo la historia -con un poco de ficción jeje-.
La mujer corrió lo más rápido que sus pies lo permitían, sus ojos se desorbitaban. Exhausta llegó hasta la puerta. Se detuvo, llenó sus pulmones, de lo contrario no podría emitir una palabra.
-¡¡Señorita, señorita!! A su abuelita la atropelló el tren-.
La ñiña no lo podía creer. Pensó que era una pesadilla. De sus mejillas corrieron las lágrimas más dolorosas. Quedó estupefacta.
Es decir a mi tátara-tátara-abuela la arrolló (mató) una locomotora. Curioso porque (cuenta la historia) mi bisabuelo era ferrocarrilero en los tiempos de la Revolución. Y un buen día los revolucionarios huyeron despavoridos, dejando(le) un pequeño cofre lleno de oro, lo que permitió al bisabuelo "Pepillo" tener miscelánea, panadería y casas en San Miguel de Allende…
Casi cien años después estoy aquí, contando la triste historia y esperando que se repita; pero no la parte trágica del tren, sino la del cuento de hadas, donde encuentre una fortuna olvidada, jejejeje.
1 comentario:
Muy buena adaptación de la historia...aunque no recuerdo cuando no lo conto que lastima...a que Tere.
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